El miércoles 30 de noviembre de 2016 forma parte ya de la historia de Valencia. Ese día, la Unesco reconoció, por fin, los méritos, la tradición, la cultura y los valores de la festividad de las Fallas de Valencia y anunció que las declaraba Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Se hacía realidad el sueño de miles de falleras y falleros, así como de otros millones de personas que viven, año tras año, esta fiesta única y que son conscientes de que así recibirá más protección, más repercusión y afluencia internacional.
Las Fallas de Valencia son una de las fiestas más conocidas del mundo. Con ellas, durante unos días del mes de marzo, la ciudad, así como muchas otras localidades de la Comunitat Valenciana, se transforma y se convierte en un museo urbano. En un ir y venir constante de visitantes que, emocionados, contemplan los impresionantes monumentos satíricos, algunos de más de 30 metros, que brotan por sus plazas, por sus calles y rincones. Son días de éxtasis, de fiesta, pero también de solemnes actos como el de la ofrenda a la Virgen de los Desamparados. Y todo acaba, la noche del 19 al 20 de marzo, con un fuego regenerador con el que los valencianos dicen su peculiar adiós a todo lo ocurrido en el año anterior y empiezan un nuevo ciclo renovados de ilusiones y esperanzas.
El origen de las fallas. Los restos de los carpinteros
Para encontrar el todavía misterioso origen de esta célebre fiesta hay que remontarse, al menos, hasta el siglo XVIII. En esa época se tiene constancia de que los carpinteros utilizaban el día de su patrón, San José, para sacar a la calle los restos de madera de sus talleres, los instrumentos y maderas que ya no les servían e incluso los artilugios con los que elevaban los candiles que tanto les habían servido para iluminarse en los fríos y oscuros días de invierno. Poco a poco, esta quema con fines utilitarios se fue dotando de elementos de crítica y de sátira social.
No obstante, no hay una única teoría o una documentación verídica e irrefutable sobre dónde o cómo surgió y evolucionó realmente esta particular fiesta. Lo cual le da un misticismo todavía mayor. Es apasionante imaginarse aquellos primeros carpinteros que empezaron a no conformarse con quemar trastos y muebles viejos, sino que empezaron a caricaturizar a algún personaje ilustre de la localidad, que dieron chanza a algún rumor o que criticaron la actitud de algunos o algunas. Ellos serían los precursores de los actuales maestros falleros.
Del rechazo institucional al reconocimiento y apoyo
De lo que sí se tiene constancia es de que en 1740 un oficio de la autoridad municipal de Valencia prohibía quemar fallas en las calles debido a la estrechez de las mismas. Unos años después, sobre 1870, las autoridades, muy celosas de los excesos y la falta de respeto, perseguían abiertamente celebraciones como las fallas o el Carnaval. Lo cual, paradójicamente, llevó a que surgiera y se propagara con rapidez un movimiento de defensa de las tradiciones. Es más, la revista satírica “La Traca” empezó a convocar, en 1887, premios para los mejores fallas, en lo que sería el precedente más antiguo de los actuales premios que son tan codiciados, sobre todo por las fallas de sección especial, las más grandes y espectaculares.
No sería hasta 1901 cuando el Ayuntamiento de Valencia, consciente de la deriva y el cariz que estaba tomando esta fiesta, decidió convocar los primeros premios oficiales. Las fallas entraban al siglo XX con todo el respaldo político e institucional. Esto, unido al cariño de la población y al compromiso de miles de falleras y falleros, ha propiciado que ahora, más de un siglo después, las Fallas hayan sido declaradas como festividad Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Otros hitos importantes del siglo XX fueron cuando se creó, en 1928, el Comité Central Fallero, origen de la actual Junta Central Fallera. Este inauguró un año después el primer concurso de carteles falleros. Luego, en 1932, en plena II República, se instauró la Semana Fallera; un conjunto de actos que se celebran del 16 al 19 de marzo, fechas que todavía hoy se mantienen. Ya en esos años 20 se celebraban actos tan populares como la “Crida”, la exposición del Ninot, la Nit del Foc o las cabalgatas.
Del parón por la Guerra Civil a la actualidad
La Guerra Civil supuso un parón total en los actos falleros, pero ya en 1940, pasada la contienda, se fundó la Junta Central Fallera. No obstante, la dictadura de Franco no era un periodo propicio para la crítica social y la censura cayó de lleno en el mundo fallero, sobre todo en lo que respecta a temas políticos y sexuales, los cuales habían sido hasta entonces muy populares en las Fallas y vuelven a serlo hoy. En esos años 40 empezaron a surgir las primeras Comisiones Falleras, muy similares y a las actuales. En los 60, al socaire del boom del turismo nacional, las Fallas crecieron en presencia y en visitantes a un ritmo ya imparable que ha llegado hasta los tiempos actuales.
Otros posibles orígenes de las Fallas
Otras teorías sobre el origen de las Fallas hablan incluso de tradiciones paganas mucho más antiguas y tradicionales en muchos lugares, como eran las de realizar hogueras para celebrar los equinoccios y solsticios de invierno y de verano. Esta práctica, de hecho, sigue muy viva en la Comunitat Valenciana, aunque absorbida por la religión católica, en fiestas como las de San Antonio en el mes de enero o las de San Juan en junio. Según los defensores de este origen de las Fallas, las autoridades religiosas, al no poder suprimir este tipo de festividades, decidieron darles un cariz religioso que todavía tienen en la actualidad.
Otra costumbre pagana que habría adoptado la Iglesia Católica, no solo en Valencia, sino en otros lugares de Europa, sería la de construir un gran monigote que representara a algún personaje criticable o poco grato y, tras mantenerlo unos días colgado, quemarlo. Es más, en la propia Comunitat Valenciana todavía hay vestigios de estas actividades en fiestas como las de “El vell i la vella” de Picassent y Lliria.
Como se puede observar, el origen de las Fallas no está exento de misticismo y de teorías diferentes. No obstante, lo que está claro es que esta fiesta ha conseguido traspasar las barreras provinciales y nacionales para presentarse ante el mundo como una fiesta internacional y diversa que cada vez atrae a más gente.
Principales elementos de las Fallas de Valencia
Desde los miembros de las comisiones de fallas hasta la Fallera Mayor, pasando por los músicos, los jurados… mucha gente tiene un papel importante en las Fallas y todos, cada uno aportando su grano de arena, contribuyen a hacer posible, año tras año, esta increíble fiesta.
1. La Junta Central Fallera. El cerebro de la fiesta
Como se ha indicado en el apartado de Historia, la actual Junta Central Fallera nació en los años 40 y se ha mantenido hasta la actualidad. Hoy es el órgano encargado de regular y coordinar la fiesta. Su trabajo empieza ya el día 20 de marzo, horas después de haberse quemado la última falla, y continúa hasta el 19 de marzo del año siguiente. Entre sus principales tareas se encuentra la de elegir a la Fallera Mayor de Valencia, elegir a las mejores fallas de cada categoría, así como la de organizar y estar pendiente de los principales actos como pueden ser el Concurso de Iluminación, la Ofrenda de Flores a la Virgen de los Desamparados… Esta JCF, como popularmente se la conoce, es indispensable para que cada 16 de marzo los más de 300 monumentos falleros de Valencia, así como otros de localidades cercanas, estén plantados y listos para ser admirados.
2. Los artistas falleros. Las manos de las Fallas
Si la JCF es indispensable para que las fallas luzcan cada año, las privilegiadas manos de los artistas falleros son fundamentales para que estos monumentos sean una realidad. Su fama y su prestigio social son tales que algunos son aclamados y conocidos en toda la ciudad, aunque también los hay más modestos, así como gran cantidad de aprendices que trabajan, como se hacía en los talleres de antaño, para crecer al calor de su maestro y convertirse ellos, algún día, en auténticos artistas falleros. De hecho, este mantenimiento de “oficios tradicionales” fue clave en la decisión afirmativa de la Unesco.
Su trabajo, como el de la JCF, arranca nada más ver quemar las fallas. Pronto empiezan a recibir los encargos para el año siguiente y a pensar ellos mismos a qué o a quién van a dedicar su próxima obra. Qué aspectos de la vida, de la sociedad, de la cultura, van a criticar y qué personajes van a ser pasto de las llamas. Los artistas falleros viven esta fiesta tanto o más que los propios falleros, algunos de ellos, de hecho, son también falleros y saben bien lo que quieren, lo que necesitan y lo que ansían sus clientes.
3. Las comisiones Falleras. El alma de las Fallas
Creadas también en el periodo de posguerra, las comisiones falleras constituyen la auténtica alma de las Fallas. Sus integrantes, con sus cuotas, con su compromiso, con su trabajo continuo y desinteresado, contribuyen a que las Fallas puedan ser una realidad. Los casales falleros se encuentran repartidos a lo largo y ancho de la ciudad. En cada barrio, a veces casi en cada calle, se encuentra uno de ellos. Es un lugar de reunión, de toma de decisiones, pero también es el sitio donde preparan fantásticas cenas o comidas. Donde se reúnen para comer la clásica paella valenciana o donde confeccionan elementos para el desfile de carrozas, así como muchos otros actos que se dan a lo largo del año. Sí, porque aunque las Fallas, oficialmente, se celebran del 16 al 19 de cada mes de marzo, los valencianos y valencianas saben que en Fallas se está prácticamente siempre. No es extraño toparse con eventos y actos falleros en otros meses y en ellos, en primera fila, están los integrantes de las comisiones falleras. Actualmente, el carácter y la idiosincrasia de Valencia no se podría entender sin el trabajo asociativo y cultural, y en ocasiones también solidario, que llevan a cabo estas comisiones falleras. Cabe decir que en cada una de ellas hay también una comisión fallera infantil. Y también que eligen tanto a la fallera mayor y fallera mayor infantil de cada falla como a los respectivos presidentes.
4. Las Sociedades Musicales. La alegría de las Fallas
Si hay un elemento cultural que define, casi sin distinción, a los valencianos, que los une a pesar de sus diferencias, este es la música. En cada pueblo, por pequeño que sea, existe una banda de música o más de una. Sus pasodobles, sus marchas moras y cristianas, sus charangas, dan el color, la alegría y el buen humor que caracterizan a la fiesta de las Fallas.
Las sociedades musicales también se preparan durante todo el año para esta fiesta. Ensayan nuevas obras, aumentan sus integrantes, compran instrumentos… todo para conseguir que las comisiones falleras les contraten y puedan así ser partícipes activos de la fiesta. En la semana fallera su presencia es fundamental. Están ahí ya en las matutinas despertàs, acompañan a las falleras y falleros a la recogida de premios en la plaza del Ayuntamiento. Desfilan con ellos, a ritmo del pasodoble “El Fallero” y del himno oficial “València” durante la entrega de flores a la Virgen de los Desamparados, amenizan las comidas y también algunas fiestas nocturnas y, en muchos casos, también tocan en la noche de la cremà. Sin los músicos, las Fallas, sencillamente, perderían gran parte de su atractivo, de su buen humor, de su alegría y desparpajo. Por cierto, a los turistas les fascina encontrarse tal cantidad de músicos arriba y abajo por cualquier calle de la ciudad.
5. La pólvora y los pirotécnicos. El fulgor de las Fallas
El comité de la Unesco que otorgó el galardón de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad a las Fallas valoró en su veredicto que esta fiesta fuera un reflejo de “creatividad colectiva”, así como “salvaguardia de las artes y oficios tradicionales”. Y en este aspecto, tan importantes son los oficios tradicionales como los de artista fallero o los de músico como otros como el de pirotécnico. Las Fallas tampoco se podrían entender sin la pólvora. Adorada por algunos y no tanto por otros, la pólvora empieza a tomar las calles de la ciudad ya el día 1 de marzo. Es entonces cuando, casi por arte de magia, uno puede empezar a escuchar a los niños tirando cohetes. Días antes, no pocos comercios, cerrados durante el resto del año, abren sus puertas. Son aquellos especializados en la venta de cohetes de todo tipo, que fascinan a los más pequeños y también a no pocos padres que incluso muestran más ilusión y determinación que sus hijos, pues con estas miniexplosiones recuerdan su propia infancia. Ese mismo día 1 de marzo es cuando arrancan las mundialmente famosas “mascletàs” en la plaza del Ayuntamiento, que se prolongarán cada día a las 14.00 horas hasta el día 19 de marzo, el de la cremà. Allí, pendientes de todo, cuidando cada detalle y vigilando para que cada mascletà salga según lo previsto, están los pirotécnicos. Ellos han trabajado durante todo el año, pues “tirar” en Valencia es todo un honor y un lujo que puede encumbrar definitivamente tu carrera y abrirte la puerta a muchos otros contratos nacionales e internacionales. De hecho, la frase “senyor pirotècnic, pot començar la mascletà” dicha por la Fallera Mayor desde el balcón del Ayuntamiento es uno de los momentos más célebres y conocidos de esta fiesta. Luego, tras unos minutos de explosiones y de ruido acompasado, llega el atronador aplauso y las felicitaciones de la gente. Sin duda, el mejor premio para cualquier pirotécnico.
Otro momento de las Fallas en que son protagonistas los pirotécnicos es la Nit del Foc, que tiene lugar la noche justo anterior a la cremà; la del 18 de marzo. En ella se dispara un impresionante y extenso castillo de fuegos artificiales. Aquí, pirotecnias tan importantes como las de los Hermanos Cavaller o Europlà suelen ser asiduas, aunque algunos años también participan otras de gran calidad y fama. Finalmente, en los castillos y en la misma cremà de las Fallas, que arranca siempre con una traca encendida por la Fallera Mayor, también hay gran presencia de los pirotécnicos.
6. La Fallera Mayor y su Corte de Honor
Como ya hemos indicado, cada falla cuenta con su fallera mayor e infantil, que se renuevan anualmente. Además, cada año se elige una Fallera Mayor y una Corte de Honor que serán muy protagonistas durante la fiesta y que estarán presentes en gran cantidad de actos a lo largo de todo el año. Las comisiones falleras presentan sus candidatas a Fallera Mayor de Valencia y, tras varias selecciones, hacia el mes de septiembre se llega a una fase final en la que se elige a 13 mujeres y 13 niñas que conformarán la Corte de Honor. Ya en octubre es cuando la Junta Central Fallera elige a dos de ellas para que sean la Fallera Mayor y la Fallera Mayor infantil de Valencia. De este modo, los nombres de Raquel Alario y de Clara Parejo respectivamente, elegidas para 2017, pasarán a la Historia como las primeras falleras mayores que ostentaron su cargo siendo las Fallas ya declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
En octubre empezaron para ella unos meses repletos de todo tipo de actos. Desde entonces, las elegidas son la imagen visible de la ciudad y de su principal fiesta, y como tales actúan como embajadoras en otras ciudades e incluso países, asisten a fiestas y momentos emotivos, como la Fiesta del 9 d’Octubre, el día grande de la Comunitat Valenciana, y preparan, junto a los directivos de la JCF, los diferentes actos de los que constarán las Fallas de Valencia.
A la hora de hablar de las falleras no se pueden dejar de lado sus vistosos y elegantes vestidos. Algunas teorías dicen que gran parte de sus bordados, decorados y estilismos están inspirados en la Corte Real Francesa anterior a la Revolución de 1789, aunque también cuentan con muchos elementos del traje tradicional de “valenciana”. Este tiene su origen en el traje de trabajo que llevaban ya las labradoras de estas tierras en el siglo XVI, aunque transformado posteriormente añadiendo formas y detalles elegantes como la seda, los bordados en hilo de oro, las telas finas y delicadas… Los moños, con los típicos “rodetes” y sus “rascamonyos” a la altura de las orejas, así como la peineta o la pinta del moño trasero, son otros elementos clásicos del vestido de fallera.
Los hombres también se visten según la norma tradicional, ambientada, de igual modo, en la vida campesina y rural, aunque adaptada y mejorada para darle un toque más distinguido y elegante. Así, el “traje de saragüell” sería el más común y tradicional, compuesto de lienzo y decorado con lana o seda, formando el típico fajín a la altura de la cintura. Además, los hombres suelen llevar el típico “mocaor” en la cabeza, así como diferentes tipos de sombreros o gorros.
Cabe decir que estas vestimentas no están sometidas, ni mucho menos, al libre albedrío de cada persona, sino que la JCF determina todavía lo que tanto el fallero como la fallera pueden o no vestir. Hay que atenerse a una serie de características entre las que están los elementos anteriormente nombrados, pero también otros. Por ejemplo, en los hombres está terminantemente prohibido vestir con corbatas, flores o lazos. Además, indican que el “blusón”, una prenda negra típica también durante las fallas, no forma parte del vestido tradicional y no puede, por tanto, usarse para ningún acto oficial, aunque sí en las celebraciones internas de cada comisión.
7. El monumento fallero. El objeto de deseo de las Fallas
Indudablemente, si hay un elemento que caracteriza a esta fiesta son los propios monumentos falleros. Por mucho que uno los pueda ver año tras año, no deja de ser impactante y misterioso observar cómo la ciudad puede transformarse tanto en unos pocos días y como ahí, surgidos como de la nada, empiezan a erigirse enormes construcciones, algunas de más de 30 metros, que en unos días desaparecerán sin dejar más rastro que el recuerdo en las mentes de los afortunados que han podido apreciarlas, las instantáneas tomadas por sus cámaras o los miles de vídeos y fotografías compartidos en las redes sociales o reproducidos por los medios de comunicación. Los monumentos falleros, obra de los artistas falleros y también de cada uno de los valencianos y valencianas, son el auténtico motivo que atrae a millones de personas cada año hasta Valencia.
Actualmente, estos monumentos están conformados por figuras de cartón piedra elaboradas durante todo el año en los talleres de los artistas falleros y sustentadas bajo estructuras de madera. No obstante, también hay algunas comisiones, cada vez menos, que mantienen un sentir más tradicional y que siguen construyendo ellas mismas, entre los integrantes de la falla, los monumentos que plantarán cada año. Los unos y los otros tienen siempre un tono crítico y satírico. Además, los diferentes “cuadros” o “escenas” de los que consta cada falla van acompañados por un cartel, en valenciano, que explica el motivo del mismo, siempre con tono de humor y también con rima.
Desde el 3 de marzo, aproximadamente, ya empiezan a verse por la ciudad las piezas de las Fallas de la sección especial, que serán las que más visitantes reciban. Y durante los días 13 al 15, el ajetreo en las diferentes comisiones, un total de 387 en Valencia, es constante y continuo para asegurarse de que el día de la plantà la Falla estará ahí lista para el veredicto del jurado y para ser apreciada por miles de visitantes.
Hay algunas comisiones que siguen confeccionando otro elemento característico y muy original de esta fiesta como es el “llibret de falla”. En él se explica, también en tono de humor y con rima, el motivo de la falla, sus características y las intenciones que el artista fallero y la comisión tenían al pensar y erigir su monumento. Cabe decir que entre las temáticas de las fallas no faltan las críticas a personajes como políticos, futbolistas, miembros de la cultura o del clero, así como críticas a actitudes y formas de ser y de pensar, o también alusiones a otras culturas o tiempos lejanos como Roma, el Antiguo Egipto, Grecia o incluso las más lejanas culturas mayas u orientales. Todo tiene cabida en estos polifacéticos y emblemáticos monumentos falleros. Todo es potencialmente objeto de arder el día 19 de marzo y así regenerarse y purificarse.
Entre las fallas más interesantes y dignas de visitar están las que conforman la sección especial. Pueden cambiar de un año a otro, pero hay algunas clásicas que suelen mantenerse y que nadie debería perderse, como son Na Jordana, Convento Jerusalem, Cuba-Literato Azorín, Sueca-Literato Azorín, Nou Campanar, El Pilar o Almirante Cadarso-Conde Altea.
Principales actos de las Fallas de Valencia
Llegada la semana grande, la del 16 al 19 de marzo, muchos son los actos a los que se puede asistir para disfrutar de esta paradigmática fiesta. No obstante, ya el último domingo del mes de febrero tiene lugar el que sería el acto de iniciación o de arranque de las Fallas como es la “crida” (pregón en castellano). En él, la Fallera Mayor de Valencia, así como los principales cargos de la fiesta y representantes de la ciudad, se reúnen en las imponentes Torres de Serranos para llamar a la fiesta y al buen ambiente. Bajo ellos se reúnen todas y cada una de las comisiones falleras, pues nadie se quiere perder este acto que anuncia que su esperada fiesta ya está a la vuelta de la esquina.
La exposición y cabalgata del ninot
Cada una de las fallas presenta un “ninot” para que se exhiba durante los días previos a la fiesta. Por allí pasan miles de visitantes que, con sus votos, elegirán a los dos que cada año se salvarán de las llamas, convirtiéndose así en “ninot indultat” y pasando a ser exhibidos en el Museo Fallero. Además, cabe decir que cada fallera y presidente de falla tienen el derecho de salvar también a un ninot de su propia falla y quedárselo como recuerdo de su mandato. Pocos días antes de la semana fallera tiene lugar la Cabalgata del Ninot, donde cada falla presenta su carroza, que puede ir decorada con los más variopintos temas. También aquí hay un concurso, en este caso elegido por un jurado.
Los días centrales. Cuatro jornadas de fiesta
Los días 16 al 19 de marzo son los centrales de la fiesta. Estos empiezan con la recogida de premios, tanto de las fallas mayores como de las infantiles. Además, cada jornada arranca con la “despertà”, cuando las comisiones falleras pasean por su barrio, acompañadas de su banda de música y del ruido de los “trons de bac”, el cohete tradicional de las Fallas.
Las mascletàs, que tienen lugar a las 14.00 horas en la plaza del Ayuntamiento y también en no pocas comisiones falleras, son otro acto ineludible. Los días 17 y 18 la ciudad se ve embargada por el olor de las flores con la ofrenda a la Virgen, pues cada falla parte en comisión desde su casal hasta el centro de la ciudad acompañada, cómo no, de su banda de música. Todo esto sucede mientras los niños tiran cohetes casi por doquier, mientras los puestos callejeros de buñuelos, el dulce tradicional en estas fiestas, se colocan en cada uno de los barrios, especialmente por el centro o mientras las comisiones realizan en su falla todo tipo de actos como desfiles de moros y cristianos, mercaditos medievales… sin olvidar el espectacular concurso de calles iluminadas que atrae, sobre todo, al barrio de Russafa a miles de visitantes para ver cómo se encienden las luces de las fallas Sueca-Literato Azorín y Cuba-Literato Azorín, que suelen ganar los primeros premios.
Los espectáculos pirotécnicos, como la ya nombrada Nit del Foc del día 18 de marzo, o la Nit de la Cremà, de la noche del 19, son otros actos falleros imprescindibles e impactantes. Además, esta fiesta tampoco sería lo mismo sin la gran cantidad de orquestas y discotecas móviles que se pueden encontrar en cada barrio durante todas estas noches. Valencia, ya se sabe, es una ciudad amante de la fiesta y la alegría y la gente también disfruta al máximo de la noche valenciana durante estas mágicas jornadas que dan la bienvenida a la primavera.